Domingo 23 de diciembre,
Aproximadamente a partir de las 9,00 de la mañana empiezan a verse las primeras motos llegando al punto de partida de la Papanoelada 2018.
Un poco inquietos pero con la sonrisa en la cara, sobre todo porque el tiempo apunta muy buenas maneras, y las temidas nieblas no han aparecido, la organización comienza a tomar nota de los inscritos y a recoger los juguetes que van aportando. Las motos van llegando, resulta muy gracioso, ver como todo, todo el mundo, va disfrazado de papa Noel, y todo, todo el mundo hace su inscripción con su juguete. Motos con árboles de Navidad, luces, espumillones, bolas de colores, renos, paquetes de regalos, caramelos, globos, la imaginación que se ha empleado es total. Conforme nos acercamos a la hora de la salida, el número de asistentes ha ido creciendo de tal modo, que toda la gasolinera es un mar rojo de papanoeles y mamanoeles, incluso se ha de retrasar la salido unos minutos para que todo el mundo esté preparado.
Voces, llamada al silencio y silencio, breve comentario acerca de los puntos de paso y paradas y por fin nos ponemos en marcha.
La salida a la carretera y los primeros kilómetros, son absolutamente apabullantes, motos y motos y mas motos, en perfecto desfile, como si de una marcha militar se tratase, transitando en un tramo de más de dos kilómetros tiñendo la carretera de rojo. Yo, dentro de mi casco, no puedo evitar una sonrisa amplísima al ver que la convocatoria ha tenido semejante éxito.
Durante todo el recorrido de la ruta, la gente en sus casas, balcones, calles, se asoma al sentir el rumor de cientos de motores al unísono, y cuando más fuerte es el clamor, su cara cambia por ver que toooodas las motos llevan encima a un papa Noel.
La gente saluda, se ríe, sacan fotos, agitan las manos al air, corretean detrás de las motos para hacer el mejor plano/foto, lanzan besos al aire, llevan a los niños a la orilla de las aceras para que puedan ver mejor lo que está ocurriendo, sonríen, todo el mundo sonríe, incluso aquellos a los que molestamos levemente en nuestro transcurrir, y paran para cedernos el paso, tras el primer gesto de …uf..cambian de cara al ver de qué se trata y se bajan de los coches para saludar.
En cada uno de los pueblos que recorrimos y en los que paramos, Nalda, Sorzano, Najera, Baños de Rio Tobia, Uruñuela, encontramos muchísimas personas que se asombraban y alegraban de vernos llegar, en todos ellos, recibimos muchísimos juguetes para poder donar a los niños que lo necesitan. En todos ellos, nos hicieron sentir muy queridos, todas las personas que allí estaban formaban parte de lo mismo.
Al llegar a Logroño, punto final de nuestro periplo, quisimos hacer un pequeño recorrido por la ciudad para que los logroñeses/as, se percataran de lo que estaba ocurriendo, y vaya si lo hicieron.
163 motos con más de 200 papanoeles/mamanoelas, entraron al unísono como una marea por avenida de la Paz, y mientras transcurrían por la ciudad, lo visto en el recorrido se multiplico por mil y las calles se llenaron de….espíritu navideño. Aquí es donde me quedo sin palabras para describir lo que vi y sentí, pero hay cientos de imágenes que lo demuestran.
Habiendo pasado un par de días de aquello, solo puedo decir que siempre me he considerado parte de la familia motorista en todos los aspectos, pero que esta vez, esa familia, me ha hecho sentir grande, porque sé que si hace falta, están ahí y que puedo, podemos como club, contar con nuestros herman@s cuando sea necesario, o simplemente cuando queramos vivir nuestra pasión.
Un gracias inconmensurable a tod@s los que lo hicisteis posible, a tod@s los que pusieron su granito de arena, y a todas las sonrisas que robamos la mañana del domingo.